jueves, 15 de diciembre de 2011

La "nobilitas", los aticistas, la RAE y la "biolengua"


Decía Varrón respecto a la lengua y las palabras:

Quae ideo sunt obscuriora, quod neque omnis impositio verborum exstat, quod vetustas quasdam delevit, nec quae exstat sine mendo omnis imposita, nec quae recte est imposita, cuncta manet (multa enim verba litteris commutatis sunt interpolata), neque omnis origo est nostrae linguae e vernaculis verbis, et multa verba aliud nunc ostendunt, aliud ante significabant. [...] Vetustas pauca non depravat, multa tollit. Quem puerum vidisti formosum, hunc vides deformem in senecta. Tertium seculum non videt eum hominem quem vidit primum. 


("Hasta ese punto esto es oscuro, porque ni toda la designación de palabras permanece, porque el paso de los años borró algunas, y toda designación que permanece no lo hace sin variación, ni la que se ha designado correctamente, permanece íntegra (pues a muchas palabras se le cambian las letras), ni todo origen de nuestra lengua procede de palabras propias, y muchas palabras ahora muestran otra cosa, antes significaban otra cosa. [...] El paso del tiempo no corrompe poco, remueve mucho.  Al niño que viste guapo, a este lo ves deforme cuando es viejo.)

Entre los ss. III-I a.C. la "nobilitas" y los escritores latinos intentaron regularizar una lengua, el latín, que no era uniforme. Cada región tenía su propia habla, sus propias variantes. Así, se habla de la "patauinitas" de Livio, o se habla del influjo falisco, umbro, osco, etc. Pasaron los siglos con una enorme regularidad textual, hasta que en la Alta Edad Media (no me arriesgo a decir siglo) apareció un verdadero puzzle de lenguas romances donde antes no se apreciaba gran variación lingüísitca. Esto dejó claro que el intento de los escritores y las capas altas por regularizar y mantener una lengua cada vez más ajena y artificial para la gente ( y que no era natural) fue completamente irreal e infructuoso. 

En los primeros siglos de la Era y extendiéndose durante varios siglos más entre los grecoparlantes surgió algo similar pero diferente. Ante la "degradación" de la lengua durante la koiné que se extendía y evolucionaba durante la época Helenística e Imperial, surgió el movimiento del aticismo, que promovía que se hablara como en la época de esplendor del Imperio Ateniense del s.V a.C. Así, empezaron a promover (por ejemplo Frínico o Herodiano) una forma de lengua arcaica, muchas veces artificial y en ocasiones con invenciones propias de estos autores, creando un exabrupto intragable para cualquier grecoparlante. Mientras, en algunas obras permanecía, pero acabó fracasando el intento de mantener una forma de lengua trasnochada.

"Tomándola" ahora con la RAE, mi pregunta es: ¿sirve de algo una Academia normativa y regularizadora? ¿Tal tipo de Academia no acabará por crear un artificio de lengua? ¿Se creará un estándar que al final solo entiendan unas pocas personas para comunicarse entre sí y alejado de la realidad? ¿Esta no debería ser puramente descriptiva? ¿Qué sentido tiene eliminar grafías, nomenclaturas o usos cuando con ellos mucha gente se comunica? ¿Dónde está el límite del acierto y del error y dónde un dialectalismo que debería ser aceptado? ¿Por qué se dice que está mal el laísmo y no el leísmo singular de persona? ¿Por uso? Creo que una Academia regularizadora y normativa no tiene sentido, sobre todo en un momento en el que, en mi opinión y frente a lo que se suele decir, la lengua evoluciona más rápido que antiguamente gracias a las nuevas tecnologías. Antes, por ejemplo en el Imperio Romano, las legiones eran las que llevaban la lengua y el habla personal o regional a cada parte de la Romania en una difusión de cambios lenta. Hoy en día una expresión, una palabra o una construcción antes impensable puede ponerse de moda en cuestión de semanas desplazando a otras; otras tienen una duración tan efímera como efímera fue su aparición. Podrían decirme que esas expresiones se extienden, gracias a las nuevas tecnologías, a todo el mundo, pero muchos estos fenómenos están en ocasiones ligados a una identidad nacional, local o de clase, por lo que separan más que unen.

Concluyendo y, como siempre, en mi humilde opinión, cualquier intento de regularizar una lengua que evoluciona y se dispersa por muchos factores y a una velocidad mayor que en la Antigüedad, época en la que los intentos de regularización tarde o temprano fracasaron, son vanos. Ojo, no digo que una Academia sea inútil, sino que muchas veces el papel que toma es el equivocado, y eso que ha cambiado (poco más bien) su manera de concebir la lengua y se tienen más en cuenta los dialectalismos. El fallo, creo, está en imponer (o intentar hacerlo) unos usos dialectales frente a otros (eliminación de tildes en hiatos porque en ciertas regiones se diptongan, nomenclaturas de letras, estructuras sintácticas...). 
Como intentaba exponer Varrón, la lengua es un ser vivo.

1 comentario:

  1. Vaya, parece que no hay mucho que decir, entiendo la situación, pero difiero solo en el sentido que mientras se desarrollan nuevas formas de palabras se complica más el entendimiento general, ya que cada vez que una vieja guardia se tope con palabra nueva, estos tienen que estudiar buscando el significado propio bajo el contexto de su origen, mientras que los de la nueva guardia igualmente deben buscar los significados de las palabras antiguas, eso sin contar que la nueva guardia va cambiando el significado de las viejas formas linguisticas, donde estos nuevos equivocan totalmente la interpretación del mensaje original. Sin extendernos mucho tenemos ejemplos como la palabra Amor y la palabra Moral, las cuales hoy se usan de forma tan orrorosa, siendo que el que cree saber el significado sin haber estudiado su significado bajo el contexto original encontramos que falla totalmente en su interpretación y uso.

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