viernes, 30 de diciembre de 2011

Democracia absoluta

Una democracia con mayoría absoluta es, en mi opinión, una especie de dictadura legal constitucional, legitimada por unos votantes en mayor o menor medida engañados, ingenuos e ignorantes en muchos casos de programas electorales y de lo que supone una ideología.

Felipe González en mayoría absoluta nos trajo los GAL, Aznar la Guerra de Irak (y sus consiguientes 200 muertos en Madrid) y ahora Rajoy nos trae unos recortes de agárrate, un ataque a la ciudadanía, un ataque al bienestar (o medioestar, como dice Llamazares) y más crisis. Cuando un dirigente se asienta en una de estas mayorías, pierde la noción de la democracia y hace lo que quiere, sin importarle las consecuencias y las opiniones de los demás. Se aprueban las cosas por decreto y sin necesidad de sentarse a dialogar, ignorando a otros millones de votantes de otros partidos. Odio las democracias absolutas.

¿La culpa? De muchos. Los políticos no han cambiado la ley electoral para empezar. Un partido con en torno a un 45% de los votos tiene muchos más escaños de los que se necesitan para una mayoría absoluta debido al ingenio de un tal d'Hont de hace unas cuantas décadas. Mientras, partidos que deberían tener más de 25 escaños se quedan en 15. Zapatero, con un porcentaje poco más bajo de votos gobernó en minoría, pactando con otros partidos. ¿Ley electoral justa? Ni d'Hont lo creería seguramente. Primó una supuesta estabilidad a la justicia.

También es culpa de muchos ciudadanos que votan ciegamente a un partido sin saber a lo que se atiene, simplemente guiado por mensajes populistas y demagógicos de los políticos. Los votantes se mueven como una masa pendular que se deja arrastrar por mareas de opinión de periodistas parciales y voceadores autoritarios. El pensamiento crítico queda relegado a los que les interesa de verdad la política, a quienes saben a lo que votan (o al menos votan a un programa del que luego es responsable el partido), a quienes no se dejan influir sin más por los medios de comunicación (el 4º poder o el 1º); el pensamiento crítico se renovó con el 15-M y seguro que intenta ser aplastado por la democracia absoluta.

¿Qué nos queda hacer? ¿Manifestarnos, huelgas, indignarnos en silencio...? Hay que hacer algo y ya contra la democracia absoluta que ahoga a unos ciudadanos que no debemos olvidar que votaron a esas personas.

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